Thursday, December 8, 2011

La historia está en “el ojo” del espectador


Antes de leer esta entrada, hay que preguntarse: ¿Qué o quién determina nuestra historia? ¿Es lo que sabemos de la historia la verdad o es una historia creada por una ideología? Esta es la cuestión que se plantea Ranajit Guha en su artículo The Small Voice of Historia (1993). El autor pregunta “But who is it that nominates these for history in the first place? For some discrimination is quite clearly at work here – some unspecified values and unstated criteria – to decide why any particular event or deed should be regarded as historic and not others. Who decides, and according to what values and what criteria? If these questions are pressed far enough, it should be obvious that in most cases the nominating authority is none other than an ideology for which the life of the state is all there is to history” (1). Guha afirma que es el gobierno y la ideología que promueve la historia de la sociedad. Ya que la ideología domina la historia, tenemos el estado que establece los criterios de la histórica, y eso se llama “el estatismo” (Guha 1).

Debido al hecho que la historia es escogida por el estado, existe la discriminación hacia los eventos que no están incluidos para formar parte de la historia. De ahí, viene la marginalización de algunos grupos a través la historia. Estas voces pequeñas rara vez tienen la oportunidad de compartir sus historias. Por ejemplo, como hemos visto en el testimonio de Rigoberta Menchú en su libro Me llamo Rigoberta Menchú y así me conoció la conciencia (1982) ella usa los testimonios de lo que ella y su familia experimentaban en la finca y las relaciones entre ellos y los terratenientes. El maltrato de los otros indígenas (como Rigoberta y su familia) es impactante porque la respeta de la vida humana no existía. Los ejemplos que proporciona a nosotros, como la muerte de su hermano y su madre, es imposible para nosotros para entender realmente lo que ha sucedido en Guatemala con Rigoberta, su familia y las familias de mucho de los indígenas. Aunque si Rigoberta ha construido algunas historias o ella ha agregado algo a las historias para que sean más fuertes, la cosa más importante es que estos eventos han ocurrido y por sus historias vemos la tragedia. No creo que sea importante si ella estaba o no estaba porque la historia que ella nos cuenta no sola es la historia de ella, es la historia de otros. Por eso, ella se convierte en una apoderada para los mayas, un grupo marginado por la sociedad, un grupo de “voces pequeñas.”

Gracias a su historia podía hacerme una idea del maltrato y la violación de los derechos humanos que los mayas experimentaban. Sin embargo, después de leer su testimonio, había algunas cuestiones que sacaron a colación. Por ejemplo, David Stoll ha puesto en duda la credibilidad de Rigoberta Menchú. Stoll dice que su testimonio tiene una agenda política para justificar la violencia militar por la izquierda no sólo en Guatemala sino por los lectores por todas partes del mundo. Hasta un cierto punto estoy de acuerdo con Stoll, porque no hay evidencia que existe decir que ha dado testimonio de todas las historias que ha contado dentro de su texto. Sin embargo, no diría que esto le desacredita a Rigoberta Menchú. No dudo que los eventos que describe son mentiras, porque son historias del pueblo indígena que ella quería usar para añadir un sentido de importancia y consistencia. Esas personas no podían compartir sus historias, y por eso las incluyó en su testimonio.

En el libro Insensatez (2004) de Horacio Castellanos Moya vemos a un narrador que ha aceptado editar la versión final de un informe que consigna el genocidio padecido por los pueblos indígenas de un país centroamericano. Así, instalado en una exigua habitación del arzobispado de la ciudad, el protagonista se enfrenta a más de mil cuartillas que reproducen denuncias de supervivientes y testigos. Atisba entonces un horror que lo fascina y abruma, pues en los textos que va leyendo encuentra metáforas, giros y dislocaciones de lenguaje que recrean vívidamente, masacres y actos de crueldad que, de otro modo, serían inexpresables. Moya hace las atrocidades aparecen vívidamente. Un ejemplo que Moya describe en su libro es cuando explica que, “…A puro palo y cuchillo mataron a esos doce hombres de los que se habla allí…agarraron a Diego Nap López y agarraron un cuchillo que cada patrullero tenía que tomar dándole un filazo o cortándole un poquito-…” (38). Este ejemplo horroroso es solo uno que está en el libro, pero es una representación clara del insensatez que el narrador hay que enfrentar mientras él analiza los testimonios de los marginados.

Al final, Moya escribe una historia de un hombre quien necesita editar una versión final de los testimonios dado por la gente que han experimentado las violaciones humanas en Guatemala. En esta posición, el narrador tiene el poder de crear la historia. Como en el caso de Rigoberta Menchú, quien le dio su testimonio a Elizabeth Burgos, es el trabajo del narrador interpretar y editar estos testimonios y decidir lo que se pone historia. Si estos intérpretes de la historia tienen la intención de hacerlo o no, están creando una nueva historia sesgada que ha sido alterada de su forma original. Esto es exactamente lo que Guha quiere decir en su artículo cuando propone la pregunta, “¿quién determina la historia?” (1).





Guha, Ranajit, and Partha Chatterjee. The small voice of history: collected essays. Ranikhet: Permanent Black ;, 2009. Print.
Moya, Horacio. Insensatez. 1a. ed Tusquets ed. Barcelona: Tusquets Editores, 2005. Print.

6 comments:

  1. Esta entrada es muy interesante y me gusta las conexiones con Rigoberta Menchu. Creo que el gobierno con el poder (los vencedores en las guerras) crean la historia. Como dice Guha: "It is this ideology, henceforth to be called statism, which is what authorizes the dominant values of the state to determine the criteria of the historic" (Guha, 1). La gente en poder decide que incluir en los textos de la historia para que parezca como "los buenos." Esta versión de la historia esta ensenado a los ninos en la escuela. Sin embargo, creo que la historia no puede ser la verdad sin las voces pequeñas. Las voces pequeñas cambian la historia en algo mas autentica.

    Renee Rashford
    rrashfo3@mail.naz.edu

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  2. Jesse – me gusta la conexión que haces con Rigoberta Menchú, cuando mencionas que el editor tiene el poder de crear la historia. He estado diciendo que la historia depende en la persona individual porque cada persona tiene su propia historia, pero no había considerado el rol del editor que es hacer que las voces sean oídas. Algunas de la voces pequeñas no tienen manera de ser oídas; puede que no hablen la misma idioma, que no tengan un público, o que no sepan como pasar su mensaje. ¿Quién hablaría por “these plaintive voices” si no fueran Guha o Menchú o gente parecida? (Guha 6). Además, ¿lo harían correctamente? ¿Se contaría la historia exacta? En Insensatez (2004), es cuestionable. Es cierto que el narrador/editor es afectado por algunas líneas del texto que edita, pero cuando tiene la oportunidad, no quiere conocerse a alguna de las torturadas: “…que no hacía ni cinco minutos que yo revisaba el texto en que Teresa narraba las mas abominables violaciones a que había sido sometida por los militares que la torturaban y lo que menos me apetecía era enfrentarme con su rostro…” (Castellanos Moya 108). Parece como hubiera podido aprender más sobre ella y entonces contar su historia con más exactitud. Gracias por una idea nueva en que pensar, la del editor que tiene el poder.

    Jessica Tette
    jtette9@mail.naz.edu

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  3. Jesse, me interesa en la conexión al libro Me llamo Rigoberta Menchu y así me nació la conciencia (1985) de Elizabeth Burgos. Un testimonio permite que el mundo tenga la capacidad de escuchar a la historia desde otra perspectiva, o a veces desde una perspectiva olvidado. Menchú dedicó su vida para dar a conocer los horrores que las personas indígenas de Guatemala se enfrentan durante y después de la guerra civil. Un testimonio tiene el poder de impacto – bueno o malo. Un testimonio permite a alguien para aprender la realidad de los acontecimientos históricos o permite a alguien para negar la sinceridad del testimonio: “Sin embargo, todavía sigo ocultando mi identidad como indígena. Sigo ocultando lo que yo considero que nadie sabe, ni siquiera un antropólogo, ni un intelectual, por más que tenga muchos libros, no saben distinguir todos nuestros secretos” (Burgos 271). Menchú revela que mantiene una cierta información sobre su identidad en secreto. Esta cita ayuda a mostrar la autoridad que los testimonios pueden tener. Dan el mundo otras perspectivas en relación de la historia. Sin embargo, puede revelar toda la información o sólo poco, que pueden afectar a la sinceridad de las palabras. En mi opinión, las palabras de un testimonio dependen de la confianza que una persona tiene por todo el mundo. Este es el caso en el testimonio de Rigoberta Menchú.


    Adrian Diggins
    adiggin9@mail.naz.edu


    Burgos, Elizabeth. Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia. México: siglo veintiuno editores, 1985. Print.

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  4. Me gusta mucho tu entrada, me parece interesante tu título "La historia está en “el ojo” del espectador", es muy cierto porque aunque todos leamos los mismos textos, al final cada uno de nosotros vamos a sacar nuestras propias conclusiones y lo vamos a interpretar de maneras direferentes; por eso es de suma importancia que los testimonios de las personas marginalizadas no sean editados y de esa manera no pierden originalidad y puedan reflejar exactamente lo que ellos quieren proyectar al resto del mundo. Como mencionastes el libro Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia (1985) de Elizabeth Burgos, el cúal me parece un excelente texto pero talvez si no hubiera sido editado por Burgos y solamente fuera el testimonio de Rigoberta tal cual, impresionaría aún mas a los lectores. A la vez que un texto es editado pierde su originalidad y no va a reflejar lo mismo.Mi pregunta es ¿Por qué no podemos dejar los testimonios como son?

    Yuneydys Corria
    ycorria8@mail.naz.edu

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  5. Me gustan sus ideas sobre el estatismo. Hay otra cita que también apoya tu análisis del artículo de Guha en conexión de la historia de Rigoberta Menchú. “The intelligentsia…had been schooled in their understanding of the history of the world…In their own work within the liberal professions therefore they found it easy to conform to the official interpretation of contemporary Indian history simply as a history of the colonial state” (3). La gente con el poder en la sociedad también tiene el poder el la historia. La historia que leemos es la historia que la elite quiere que leamos.

    Angela Briggs
    abriggs2@naz.edu

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  6. Estoy de acuerdo con tu análisis de las obras de Rigoberta Menchú y de Horacio Castellanos Moya. Específicamente, me gusta la idea de que “el autor que reescribe los testimonios crea nueva historia a través del forma original.” En mi opinión, pienso que la perspectiva del autor también tiene sentido en la obra, y añade su propia interpretación. Por ejemplo, en la obra de Horacio Castellanos Moya, él incorpora un narrador de la primera persona, entonces leemos la obra por los ojos del narrador en vez de una víctima actual de la situación en Guatemala. Castellanos Moya escribe: “Yo tampoco estoy completo de la mente, me dije entonces, en ese mi primer día de trabajo, sentado frente al que sería mi escritorio durante esa temporada...” (15). Una frase repetida varias veces por la historia, el narrador anónimo da su propia interpretación de que significa sentir “no completo de la mente.” Su motivo principal de escribir estos testimonios es el dinero, entonces vemos que tiene una mentalidad egocéntrico. En realidad, él no tiene ninguna idea como era ser parte del genocidio.
    Obra citada:
    Castellanos, Moya Horacio. Insensatez. Barcelona: Tusquets Editores, 2005. Print.

    Shannon Fee
    sfee8@mail.naz.edu

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